sábado, 26 de noviembre de 2011


El amor es una fuerza universal, con un poder inmenso que escapa a la imaginación y a la lógica, cual manzana con agujeros pero sin gusano dentro. Sin él falta algo. Parándonos a pensar, hemos reído, hemos llorado, hemos hecho locuras por ese alguien especial. Han comenzado incluso guerras ( en el sentido metafórico y literal ) por acción de ese extraño sentimiento que es capaz de alterar y retejer la compleja red de nuestra realidad, modificándola como si fuera una pequeña araña que en vez de devorar a su indefensa víctima se dedica a hilar de nuevo aquellas partes de su trampa con las que no se ha quedado conforme, reordenando así nuestras prioridades, cambiando nuestra forma de vivir y poniendo a prueba nuestras motivaciones.



Resulta chocante pensar que algo tan abstracto como puede ser un sentimiento, véase el amor en este caso, puede tener un impacto tan fuerte en nuestra vida. Porque hay gente que decide acabar con las vidas de los demás por amor. También hay gente que queda tan maltrecha que no vuelve a levantar cabeza, y que decide acabar con todo, esperando terminar con esta dulce pero ácida maldición.


Sin embargo, no se puede decir que el amor es sólo apto para aquellos con el corazón fuerte y la mente despejada. He visto personas, que por amor a una idea, se han levantado del suelo, han mirado al frente, y, con los ojos llenos de ilusión y el pecho henchido de orgullo han empezado a recorrer ese camino sin final que conforma nuestra vida y que nosotros podemos recorrer de la manera que queramos. También he presenciado la decadencia de aquel que ama algo o a alguien que no puede llegar a poseer. La rosa de dicha persona va marchitándose, va perdiendo hojas poco a poco hasta perder el brillo y color que antes le caracterizaba y le distinguía en ese valle lleno de maleza.


A pesar de todo, no podemos vivir sin el amor. No estaríamos completos. Seríamos como un acorde, menor y desafinado, que va persiguiendo notas sin lograr una canción. Una película de cine sin final en el guión. Un perfume, pero sin olor.

Jack Jonhson - Better Together (Hawaiian Version)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Bueno, pues aquí estamos de nuevo.

Tengo un problema. Un problema que en este caso toma forma de chica. Si la vieras por la calle sin conocerla, probablemente ni la reconocerías salvo por el pelo, o los ojos. Quizá también destacara por su risa. El caso es que ella lo es todo. Es una ninfa que va dando saltitos por un lago. Es una hoja que baila al son de la brisa. Es la reina de su propio mundo.


Ahí es cuando todo cambia, y la ninfa te mete el dedo en el ojo, la hoja cae y se marchita, y la reina resulta ser una tirana. Pero lo sigue siendo todo, al fin y al cabo. Y te tiras de cabeza a ese, aunque retorcido, atractivo vórtice de entropía, en el que todo se convierte en nada y nada se convierte en todo. Es entonces cuando te das cuenta que las cosas no son lo que parecían y que te has cortado con el segundo filo de la espada que blandías.


Sangras profusamente, pero te da igual y sigues empujando contra ese amargo filo, sintiendo que la espada te corta piel, músculo y nervio. Pero te da igual. Te asalta en ese momento un sobresalto, señal de que te están tocando algo más profundo e íntimo, algo que está reservado para unos pocos. Pero te sigue dando igual. Sólo te importa quién está al otro lado de la espada. Levantas la mirada... y  ahí esta ella , con su precioso pelo y su ojos llenos de colorido, con los que te mira y te atraviesa hasta llegar a lo más profundo. Lentamente se alzan las comisuras de sus labios y ahí está. Una sonrisa. Muy bonita, por cierto. Y no sabes cómo interpretarla. ¿Sigue siendo la sonrisa que te endulzaba la vida, o es una sonrisa que ahora le pone demasiado vinagre a tu existencia?


Todo tiene dos caras, y, aunque pocas, hay veces en las que es mejor conocer sólo una.