Cualquiera con dos dedos de frente sabe que no son más que un término para definir a aquellas barreras que tan comúnmente nos pone nuestro entorno, nuestra cultura, nuestra forma de vida.
Es harto triste pensar en ello. Muchos viven la vida dentro de ciertos parámetros que ni siquiera fijan ellos mismos. Todo se reduce en esos casos a una existencia vacía, predecible y aburrida que no hace más que seguir un guión ya escrito por otros. Te conviertes en un barco de papel en un río, sin potestad alguna sobre lo que puedes llegar a hacer con tu rumbo. ¿De verdad se puede llegar a ser feliz así? Si la respuesta es sí, ¿qué nos diferencia de una oveja?
A mi parecer un límite no es más que la marca que uno mismo pone para decir "Hasta aquí llegué la última vez".
No es ni mucho menos el final de tus capacidades. Es simplemente una referencia, un muro que hay que derribar para saber qué hay detrás. ¿De qué vale llegar una vez tan lejos si no tienes la intención de seguir adelante?
Claro que no es fácil, nunca lo es. Esto es un ejercicio de autosuperación, no un camino de rosas. Las cosas no son como las pintan. Sé tú mismo el que defina hasta donde quieres llegar. Y una vez allí, sigue rompiendo tus marcas, sigue empujando más fuerte, sigue batiendo tus mejores registros. Puedes pararte, pero nunca detenerte.
Llega hasta donde nunca te habías atrevido plantearte llegar.