martes, 6 de marzo de 2012


No caeré ante ti. Serás grande, serás pesada, serás fuerte. Pero no puedo perder. Esto va más allá de lo puramente físico y terrenal. Hablamos de lo que tenemos ambos en juego. Todos esperan que tú ganes.
Pero, ¿y yo?
Soy un pelele en esto, ni se me da bien ni quiero que se me dé nunca. Ni siquiera me gusta. Por ello entre otras cosas soy el presunto perdedor de esta debacle en la que nos encontramos. Paradójicamente, es eso por lo que tengo todas las de ganar conmigo. Ni tú ni nadie ha supuesto que yo pueda dar la campanada y mandarte a la esquina del ring de un golpe. ¿Porqué perder el tiempo pensándolo? Está fuera de mis posibilidades, ¿no?
La realidad es que según vas leyendo esto, la pequeña semilla de la duda ha germinado en ti, y ya no estás tan segura de tu victoria. Pero te preocupes, pasará pronto. Siempre te has tenido a ti misma en muy alta estima.

No tengo nada que perder, y sin embargo, tengo mucho que ganar. ¿Estás acaso tú en la misma situación? Permíteme dudarlo, presunta vencedora. Hay mucha gente que depende de lo que pase aquí. Gente que presume ser tu más ferviente admiradora pero que te dejará de lado si las tornas cambian, no lo dudes. Quizá habrá gente que no te abandonará. Pero que no te mostrarán apoyo alguno.

Recuerda lo que eres. Recuerda lo que tienes. Y piensa en lo que vas a perder ahora.

Por mi parte, comienzo de cero. No caeré.